“Queremos identificarnos con la actitud y obra reparadora de Jesús”

Cuando la palabra “reparar” viene a nuestra mente, normalmente la asociamos a muebles que hay que arreglar, a cualquier aparato que se nos ha estropeado o a algo que se ha gastado y hay que devolverle la forma original. La cuestión es, ¿qué queremos decir con la obra reparadora de Jesús?, ¿cómo nos aventuramos a decir que buscamos reparar el corazón de Dios?

Obviamente nos somos un garaje ni un servicio técnico, ni el mundo se repara como se restaura algo material, por muy delicado que sea, pero sí podemos encontrar algunas luces para intentar explicar qué queremos decir con este aspecto de nuestro carisma.

¿Qué necesitamos para reparar?

  • Ponernos en marcha, porque algo nos llama por dentro. Porque vemos todo lo que hay por hacer. Porque alguien nos ha impresionado con sus opciones de vida. Porque en el silencio hemos intuido atisbos de Verdad. Porque la Palabra ha tenido palabra. Porque, aunque no sepamos explicar qué nos pasa, nos urge trabajar por un mundo que se parezca más a los proyectos de Dios.
  • Conocer el original, ¿cómo arreglar algo si no sabemos lo que debe llegar a ser? Necesitamos sumergirnos en el corazón de Jesús para empaparnos de sus actitudes y sentimientos; para saber cuáles son las grietas del mundo, las injusticias, la violencia, la opresión… Todo aquello que no coincide con el sueño de Dios para sus hijos y hace que su corazón esté “dañado”.
  • Entrenamiento: todo proceso necesita su tiempo, y somos siempre aprendices en esta tarea. Muchas veces no nos sale todo como queremos, nos entran las prisas, el afán por arreglarlo todo a nuestra manera, nos puede el cansancio y nos agobia no ver resultados. Pero se nos llama a aprender a seguir, a perseverar, porque no todo está en nuestras manos.
  • No basta sólo con tener buenas técnicas, la verdadera vida nace cuando ponemos el corazón en aquello que hacemos. La clave de la “obra reparadora de Jesús” es que justamente no estaba en grandes discursos, ni en espectaculares estrategias para tratar con la gente, sino en que puso su corazón en cada cosa que hacía; por eso sólo una mirada, sólo una palabra, sólo tocar con la punta de los dedos su manto sanaba desde lo hondo.
  • Saber que aquello que reparamos no es estático: son vidas e historias cambiantes, que no podemos etiquetar, para las que no hay recetas. Necesitan también nuestro cambio, movimiento, ternura y espera. ¿Cómo confiar en que la sanación acabará con el dolor? ¿Cómo mantener la esperanza y creer que lo que hacemos merece la pena? Porque Alguien siempre está detrás, alentando nuestra misión, dándole sentido y vida.