Revestirse de las actitudes de Jesús

Llevo atendiendo a este pasaje bíblico por diferentes razones y me golpea con fuerza esta acción a la que nos invita San Pablo: revestirnos de las actitudes de Jesús. Esta manera de golpear en mi corazón se acompaña con el fondo de nuestras Constituciones que nos invitan a hacer nuestras las opciones, tareas y actitudes que llevaron a Jesús a tener su corazón traspasado en la cruz.

¡Qué dos orientaciones, qué dos invitaciones tan bonitas y a la vez tan complejas: revestirse de las actitudes de Jesús y hacer nuestras las opciones, tareas y actitudes que llevaron a Jesús a tener el corazón traspasado en la cruz!

Parece mentira que todo esto pueda causar atracción, que pueda generar tal deseo en mí de unirme a ello. Y resulta que soy consciente de que revestirse de Jesús es un acto peligroso aún a día de hoy, es el camino a la soledad, el menosprecio, la incomprensión, etc. Y nada como saber que hacer propias sus opciones, tareas y actitudes conduce a tener el corazón traspasado. Me gusta hacerme cargo de que ninguna de las dos orientaciones ofrece éxito, promoción o protagonismo, sino que ofrecen camino hacia Dios, coherencia interior, y sobre todo y lo que más me atrae, unificación con este Dios que me coge toda por entero.
Se hace deseo de corazón revestir mi vida de Jesús y me arriesgo a enumerar de qué quiero revestirla, consciente también de que me quedo corta y pequeña en este atrevimiento de enumerar:

  • Quiero revestirme de la mirada de Jesús. La mirada de Jesús al hombre es una mirada que embellece, que mira a la persona en clave de posibilidad, de futuro, es una mirada que sueña pero no encierra en expectativas, es una mirada que crea, da sentido… Pero no me quedo sólo con esta mirada al ser humano como fuente de posibilidad, también quiero revestirme de su mirada al mundo. Jesús mira al mundo en clave de gratuidad, de agradecimiento por todo lo que existe, lo mira en clave de vida; es una mirada que valora cada pequeña cosa que habita el mundo y en toda ella ve su bondad, sabe descubrir que todo lo creado ha sido y es algo para el bien. Es una mirada que embellece, porque es una mirada enamorada, es una mirada amante, apasionada.
  • Quiero revestirme de esa fidelidad e identidad hacia Dios ¡Qué palabra esta de la fidelidad, ser fiel a lo que Dios es y quiere! La fidelidad que es consecuencia de una relación de “dependencia”, entendiendo la dependencia en sentido positivo, comprendiéndola desde la confianza de depender ciegamente de Dios. La fidelidad se hace posible en Jesús, porque hay confianza en que Dios sabe y quiere siempre lo mejor para él, y porque hay cooperación, proyecto común entre Dios y él. Esta actitud da la identidad que fortalece las opciones. Quiero revestirme de la fidelidad de Jesús que acoge hasta la muerte la voluntad de Dios, que escoge ser esclavo siendo rey, quiero revestirme de su identidad fundamentada en el Dios de la ternura y la misericordia.
  • Quiero revestirme de la sencillez de Jesús, y su universalidad. Pocas son las veces que me detengo a mirarle en relación con TODOS. Y cuando dirijo la mirada hacia mi vida y me lanzo una pregunta amable ¿cómo lo hago yo?, me van saliendo todos los “peros” a las diferencias de los demás: su riqueza material, su pensamiento, sus maneras, etc. Me encuentro con un montón de razones que complican mi ser en relación universal, pero en Jesús, todo es ocasión para dar Gloria a Dios. Y deseo revestir mi vida de esta actitud de sencillez cogida de la mano de la libertad, ya que necesito junto a la sencillez la radicalidad de la libertad. Ser libre para no encerrarme, ser libre para no proyectarme, ser libre para ser de todos y para todos. Ser libre para ofrecer libertad.

En conclusión, decir que sin una intimidad con Jesús, sin conocerlo hondamente no puedo saber de quién ni cómo revestirme. No puedo elegir pedir ser revestida de Jesús. Por tanto, me urge conocer a Jesús hondamente, y amarlo profundamente, para irme revistiendo. Por otro lado concluyo diciendo que revestirme de Jesús es identificarme de tal modo que yo disminuya para que crezca Él, que yo desaparezca para que sea Él a quien se vea. Y en último lugar, el revestimiento de Jesús pasa por optar y vivir a la manera que Jesús vivió, de ahí la urgencia de grabar en el corazón lo dicho en nuestras constituciones: “hacer nuestras las opciones y tareas que llevaron a Jesús a tener su corazón traspasado en la cruz”, todo esto provoca el fortalecer mi vida para acoger las consecuencias que traen sus actitudes, opciones y tareas: ofrecer mi corazón y modelar mi vida para un camino de Cruz donde el corazón queda en el amor traspasado.