Obsolescencia

Uno de estos días pasados de Navidad escuché en una homilía a nuestro hermano Edu ss.cc. hablar de la obsolescencia. Nos comentaba que era un término que usábamos mucho últimamente para referirnos a la característica que tienen los aparatos eléctricos de apagarse en un determinado momento, y lo traía a la homilía para describirnos cómo la luz de Jesús no se apaga nunca, es una bombilla siempre encendida.

Esas palabras han quedado resonando en mí desde entonces, y me hacen darle vueltas a ese tipo de “bombilla” que es Jesús, que es de las que duran mucho, pero no por gastar poco. Jesús no es luz de “bajo consumo” como aquellas lámparas que utilizamos para que estén encendidas durante mucho tiempo y además nos permitan ahorrar, sino que es la única luz que tiene la capacidad de durar para siempre por gastarse del todo.

Los evangelios de esta primera semana después de las fiestas de navidad nos lo van recordando y describiendo día a día. Una vez que vemos a Jesús en la cola de los pecadores para ser bautizado por Juan, donde queda marcada su identidad de Hijo amado para siempre, va a salir a recorrer toda Galilea. Se hará HORIZONTE yendo al lago a interrumpir la vida de algunos pescadores como Simón, para ofrecerles algo por descubrir que ellos, sin saberlo, anhelaban… Será PALABRA cuando vaya a la sinagoga a enseñar de una manera distinta y nueva… Traerá la LIBERTAD expulsando a los demonios que esclavizaban a las personas presas de su poder… Se convertirá en AGUA cuando se acerque al leproso que suplicaba quedar limpio… Ofrecerá POSIBILIDAD al hombre paralizado cuyos amigos no se resignaron a verle así… y será CONFIANZA cuando ante el recaudador de impuestos que era Mateo le diga “sígueme”.

Este es el modo de gastarse que tiene Jesús, que cuanto más se consume, más alumbra y más nos dice y nos ilumina. Uno de los días el evangelista nos recordará que se levantó temprano, y se fue a orar: ahí estaba su fuente, su vida, su identidad de Hijo que vive del Padre para darse en cada momento, en cada circunstancia en la que vayan a decirle: “todo el mundo te busca”.