Permanecer en tu amor

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: – «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud». (Jn 15, 9-11)

Permanecer en tu amor… ¡Qué deseo y qué difícil! Este es uno de los textos, entre otros tantos, que más me gustan del Evangelio, porque me recuerda el deseo hondo de permanecer en el amor de Dios, en ese amor que libera, que sana, que llena, que da paz, que impulsa… y que alegra la vida. No dejo de sorprenderme cuando leo –y escucho- que nos habla para que su alegría llegue a nosotros, y así, la nuestra, llegue a plenitud: que sea verdadera, total, no superficial ni efímera, sino profunda y duradera.

¿Y qué hacer para permanecer en ese amor? “Guardar sus mandamientos”; pero esto ya no es una lista a cumplir sin más, sino ese mandamiento nuevo que ha aparecido pocas páginas antes en el evangelio de Juan: que nos amemos unos a los otros como él nos ama. Ya no estamos ante una vida de mínimos, sino ante un horizonte de máximos. Y ahora es cuando me llega ese “¡qué difícil!” Porque amar es complicado y exigente, a la par que apasionante y sencillo. Y es aquí cuando pido a Dios que me haga más abierta a todos, más acogedora, más fiel, más incondicional… porque quiero verdaderamente “que mi alegría llegue a plenitud”.