Navidad en Damián

Desde Somos Contigo os felicitamos a todos la Navidad ofreciéndoos estas palabras de la comunidad Sagrados Corazones de Salamanca, que vive estas fiestas compartidas en el Centro Padre Damián para personas sin hogar.

NAVIDAD EN DAMIÁN

Las religiosas de los Sagrados Corazones queremos compartir cómo nos preparamos para celebrar la Navidad, aquí en Salamanca, viviendo puerta con puerta con los residentes del Centro de acogida Padre Damián.

Estos días escuchamos preguntas con un trasfondo de lamento, de escepticismo y sobre todo de búsqueda: ¿Cuál es el sentido verdadero de la Navidad? ¿Crees que yo tengo motivos para celebrar la Navidad? ¿Cómo librarse de “las celebraciones de estas fiestas” porque se hace más patente e insufrible el abandono, la soledad, el duelo, la falta de medios…?

En adviento hemos tenido momentos de encuentro con los residentes para hablar del significado de la Navidad. Con transparencia y honradez hemos hablado de si teníamos o no motivos para celebrar la Navidad. Las ausencias, el desamor, la pobreza, la lejanía de la patria, el dolor por los años perdidos, la desorientación…el no saber si se puede o no celebrar la auténtica Navidad cuando se carga con una historia tan dura.

En medio del desconcierto, y de tanta sinceridad surge el grito: necesitamos aprender a vivir y aparece el deseo de escuchar qué es la Navidad: recordar que Dios se acordó de la humanidad y mandó a su Hijo pero no desde el poder y la riqueza sino “como uno de tantos” por eso nació como nosotros, pobre, vulnerable, sin techo donde cobijarse, sólo reconocido por aquellos que también estaban en la calle y eran pobres, despreciados, descartados…Y son los propios residentes los que van desgranando el verdadero sentido. Navidad es mirar a los que están peor que nosotros, no volver la cara y ser capaces de reconocer que mucha gente es capaz de ser feliz en medio de su sufrimiento. Navidad es un abrazo de paz al que te ha hecho daño y no volver a recordarlo. Y nos viene a la memoria el Profeta:

«No recordéis las cosas pasadas, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo; me glorificarán las fieras salvajes, chacales y avestruces, porque ofreceré agua en el desierto, ríos en el yermo, para apagar la sed de mi pueblo, de mi elegido.» (Is 43,18-20)

Hablar de Navidad en el Centro Padre Damián es fácil porque no es una idea, es reconocer la experiencia personal de la fuerza salvadora de Dios. Ellos mejor que nadie entienden la cercanía del Misterio de Dios Encarnado y pequeño que nació ayer en un pesebre, envuelto entre pajas y hoy nace acostado entre cartones en la entrada de un garaje, en un cajero o en una nave abandonada, o más lejos de nosotros saltando alambradas, sufriendo en los campos de refugiados o con el ruido de la bombas y el miedo a la metralla que suelta la guerra.

En el Centro Padre Damián no hace falta narrar lo endeble que es un bebe, necesitado de todos los cuidados posibles, necesitado de contar con María y José a tiempo completo, de contar con los brazos de los abuelos y de todo el que pase por allí para abrazar y acunar la vida frágil. Así nos reconocemos, necesitados del abrazo, de acogida incondicional, de la mirada de comprensión, de la rodilla hincada para lavar sus heridas o para recobrar desde abajo y juntos la dignidad…

A las hermanas de los Sagrados Corazones nos hace mucho bien esta vecindad. Nos devuelven el verdadero sentido de la Navidad y son compañeros de camino de Seguimiento. Vivir el nacimiento y la infancia de Jesús en este rinconcito es fácil. Es bello contemplar al Niño en el Portal de Belén y dar cabida a la ternura suscitada por la pequeñez de nuestro Dios, por la conciencia de nuestra propia vulnerabilidad y necesidad, por el sufrimiento compartido, por el deseo de encontrar caminos de salida, de re-aprender a ser felices reconociendo la propia dignidad, por el apoyo mutuo aun sabiendo que un ciego no puede guiar a otro ciego, como ellos mismos dicen. Seguiremos contemplando el Nacimiento de Jesús, para dar cabida en nuestras vidas a la PROMESA, que llega cargada de esperanza, de frescura y de la continua sorpresa que guarda Dios en cada ser humano que se pone en pie.

Las hermanas de los SSCC nacimos como Congregación la noche de Navidad de 1800 en Poitiers (Francia) en plena persecución revolucionaria. Esto marcó nuestro Carisma y espiritualidad. Cada año el día de Nochebuena en la Adoración comunitaria renovamos nuestra consagración y hacemos memoria agradecida de la finalidad para la que fue fundado el Instituto: «El fin de nuestro instituto es Imitar las cuatro edades de Nuestro Señor Jesucristo, a saber, su infancia, su vida oculta, su vida evangélica y su vida crucificada…» Un año más nos disponemos a iniciar la contemplación de la infancia de Jesús que nace en Pesebre, en una cama de cartones y seguimos creyendo en la Promesa, caminando con nuestros amigos residentes en Padre Damián hacia el Portal y nuestra ofrenda será poner a sus pies los SUEÑOS de cada uno: una vida mejor, serena y digna, recuperar el sentido de la vida, que se acabe la pesadilla de haber vivido privado de libertad, encontrar pareja o recuperar el abrazo de la madre ausente, recuperar los hijos arrancados de los brazos…

Y en estos días como corresponde celebraremos la Navidad, sentándonos a la misma mesa, procurando no dejar paso a la soledad, aunque se añore la patria, se sienta el vacío de no poder abrazar a la madre, se eche de menos a la pareja alejada o al hijo ausente. Volveremos adornar y el Portal de Belén tendrá un lugar importante; no faltará olor a polvorón y calor de hogar y cantando villancicos plantaremos semillas de la vida verdadera que nace de la fraternidad. El 31 tomaremos las 12 uvas con el deseo de construir un futuro mejor y vendrán los Reyes Magos, si no tienen imprevistos y nos dejan algún detalle que nos hemos portado bien. ¡Feliz Navidad!