Necesarios para el Corazón de Dios

Piensa en el verbo necesitar… Lo usamos bastante hoy día, todos necesitamos variedad cosas, según las circunstancias nos hacen falta más unas que otras; tenemos épocas o etapas de nuestra vida donde lo material se vuelve fundamental, otras en las que echamos más en falta a personas que nos escuchen, que nos quieran o a quienes querer, otras en las que creemos que no necesitamos nada ni de nadie, y momentos donde reordenamos nuestras necesidades y vemos cuáles elegimos que sean las importantes para nosotros.

Hasta aquí lo que necesitamos, pero ahora hagamos la pregunta inversa ¿somos –y nos sentimos- necesarios para algo? Abre los ojos, y ahora mismo los oídos, y escucha esta canción antes de seguir leyendo:

HOY (Lagarto Amarillo)

Si ves la página medio vacía,
vas a tener que aprender a mirar
Si ves que no avanza nada tu barquita,
hay que sacar las manos y remar…OYE!

Si ves la página medio vacía,
igual tenés que aprender a mirar
Si ves la máquina casi perdida,
vas a tener que aprenderla a arreglar
Si ves que no avanza nada tu barquita,
hay que sacar las manos y remar
Si te parecen igual todos los días…
algo tiene que cambiar…por eso no más

Deja que te lleve el viento hoy, a ver el mundo entero
que llegues donde quieras hoy, es todo lo que yo quiero,
dale su tiempo al tiempo hoy porque en el mundo entero
siempre hay un rumbo nuevo donde mirar.

Si ves tu barco dejado a la deriva,
vas a tener que tirarte y nadar
Si ves subir la presión de cabina,
igual va a haber que pensar en saltar
Si ves llorar Cochabamba Bolivia
vas a tener que aprender a pelear
Si ya te cansa la vaina calima
y no sabes para dónde tirar

Este lema dice que somos necesarios para el corazón de Dios ¿cómo podemos pensar que Dios “necesita de nosotros”? Parecería en primer lugar que estamos “rebajando” a Dios, ¿un Dios necesitado?, ¿un Dios que no tiene algo y necesita pedirlo? No, no es cuestión de pensar que a Dios le falta algo y tiene que pedirlo, cambiemos la perspectiva: fijemos la mirada y sintamos en nuestro corazón con un Dios para el que somos importantes, Él es el que nos lleva tatuado en las palmas de sus manos, el que no nos olvida, como dice Isaías. ¿Qué te surge al escuchar –o volver a escuchar- esto?

Nos lleva a todos en sus manos, de hecho, la gloria de Dios es que el hombre viva (San Ireneo), pero no hay tanta vida en el mundo como Dios desearía: su sueño, su Reino, está todavía inacabado, hay situaciones personales, sociales y mundiales en las que la muerte está por encima de la vida, el sufrimiento y la injusticia se hacen patentes. Son realidades que tienen un hueco especial en el corazón de Dios, especialmente sensible a lo débil y a lo pequeño, ¿tienen también un “hueco especial” en nuestra propia vida? A lo mejor es un espacio pequeño, quizás grande, no importa, Dios es el que hace que sus preferidos se conviertan en los nuestros, que sus deseos para el mundo sean los nuestros. Él es el que nos llama a colaborar en su proyecto, el que nos necesita para hacerlo realidad.

En mis ojos están todos los ojos.
En mis manos están todas las manos.
Te reflejas en mí tal como eres.
En mi cuerpo se repite el milagro del espejo
Pablo Guerrero

Hay situaciones que tienen que cambiar, no sólo que deberían, sino que deben cambiar.
Y yo, ¿qué?