Ser la nada que conduce al Todo

Jesús nos lleva anunciando estos días en su Palabra que vendrá el “Defensor”, el “Paráclito», y cada uno de los textos me conducen a una pequeña reflexión: la audacia para reconocer la nada.

Todo lo que me rodea me habla de mostrar, de defender el terreno, de aparentar… Escucho en lo cotidiano un profundo dolor en tantos y tantas que no se sienten reconocidos en su ser, que no se sienten valorados, que sienten que tienen que vivir orillados por el hecho de ser pequeños, por cometer errores, en el fondo, por ser finitos… Y todo ello me ha llevado a considerar algo que he leído hace poco: la urgencia de reconocer la nada frente al TODO que es Dios. Esto, así dicho, puede dar la razón a otros tantos que en algún momento me han defendido que decir esto sobre Dios es retirar el potencial que tiene el ser humano, hacerlo dependiente. Y, para mí, profundizar en esta cuestión me lleva a reconocer que la nada sostenida en una confianza cultivada, en una relación que dialoga y confronta, es una nada que hace de ti un Todo, te convierte en una fuente de posibilidad inimaginable desde cualquier otro “TODO”.

En estos días en que Jesús nos orienta la mirada a la llegada de su Espíritu, me siento invitada a pedir sinceramente la experiencia de ser NADA, para fortalecer en mi vida la unión que devuelve a las fuentes de la posibilidad que da el caminar contigo, tras de Ti, Jesús de Nazaret, Dios de mi vida.

Una pregunta que me hago es ¿por qué nos da tanto miedo hacernos pequeños?, ¿por qué nos asusta tanto ser nada?, ¿por qué la sospecha entra en nuestra vida?

Jesús, nos pones por delante con tus palabras que el Defensor es aliento, y por tanto, igual que no crea sospecha el aire que necesitamos para respirar, así se nos regala el Espíritu, que necesita que nosotros cedamos el paso a nuestra nada, para verdaderamente dejar que nos conduzca y oriente.

Dice Emilia Arija unas preciosas palabras que me ayudan a este propósito de habitar mi nada para que Tú seas el TODO en mí:

No tengo tiempo, principio ni final,
porque mi brújula eres Tú.
Tú eres mi esencia, mi fe y mi voluntad
sin Ti no se dar un paso
porque estoy segura de que no soy nada

SI NO TE TENGO NO SOY NADA
ANDO PERDIDO, SOLO, NADA,
NADA TIENE SENTIDO, SI NO ESTAS JUNTO A MÍ, NADA
Y APENAS ME SUCEDE NADA,
Y QUEDO REDUCIDO A NADA.
NADA LLENA MI VIDA, SI NO LA ELEVO A TI.

Te necesito igual que respirar
¿quién va a cuidarme sino Tú?
Soy como un niño, que apenas sabe andar
y que espera tu llegada
para estar tranquilo porque no soy nada

Poder confiar así y vivir en esta clave no tiene precio, porque se invierte la lógica aplastante de la apariencia y se descubre el sentido de la confianza que da alas. Ser la Nada que conduce al TODO.