Somos con otros – con los menores extranjeros no acompañados

El término MENAS se refiere a los menores extranjeros no acompañados por ningún adulto. Esta realidad les pone inmediatamente en situación de máxima vulnerabilidad, viviendo en la calle, sin recursos y solos. Expuestos a la explotación, al maltrato, al tráfico de órganos, o a la manipulación. Si impresiona saber de niños desaparecidos que últimamente salen en los medios, qué decir de aquellos que no son noticia. Pues aún más invisibles son los que ni siquiera tienen papeles.

El fenómeno de los MENA está asociado en España a niños y adolescentes procedentes fundamentalmente de Marruecos y Argelia, aunque también hay de otras nacionalidades. Según datos de la Fiscalía, en 2016 había 999 menores en Melilla y 246 en Ceuta, que junto a los más de mil que tutela Andalucía, suponen más del 50% del total en España. Hay menas en las principales ciudades de nuestro país, sin embargo, en Melilla es particularmente llamativo el porcentaje. No olvidemos que más allá del lugar en que nacieron, son niños que necesitan y deben ser amparados en sus derechos más elementales.

Desde Somos Contigo, queremos dar a conocer esta realidad. Para comprenderla un poco mejor es necesario acercarnos al modelo familiar de Marruecos, marcadamente machista, donde el hombre tiene varias mujeres y muchas de ellas son abandonadas después de tener muchos hijos…

MENORES DE UN CENTRO DE ACOGIDA DE MELILLA

MENORES DE UN CENTRO DE ACOGIDA DE MELILLA

La mujer, a menudo utilizada desde niña como objeto sexual, termina en su ancianidad trabajando como porteadora para ganarse a duras penas la vida. Son estas madres y abuelas las que, en medio de la supervivencia y sin recursos para hacerse cargo de los niños, los dejan en manos de las instituciones que acogen menores, con la esperanza de ofrecerles más posibilidades.

En este dejar a los hijos influye fuertemente también el ideal, el imaginario que las mafias ofrecen de España y de Europa, como tierra en la que, quizás ellos, los hijos, los nietos, puedan cumplir sus sueños: recibir una educación, conseguir un trabajo digno, ganar lo suficiente para sostener a las familias, vivir en paz, sin violencia, desarrollarse como personas…

En concreto en Melilla existen tres instituciones que acogen menores. Obviamente, no es suficiente. La masificación es tal, que muchos niños y niñas viven, malviven, tratan de sobrevivir en las calles o entre las rocas del puerto, a la espera de la ocasión propicia para alcanzar la península, siempre a riesgo de su vida: colándose entre las hélices de los barcos o metiéndose en los bajos de los camiones.

Ante esta realidad, podemos identificar un problema que otros tienen que resolver, o implicarnos y comprometernos cada uno de la manera y el modo que mejor podamos. Ojalá seamos capaces de reconocer en tantos niños que viven esta situación, a un ser humano con nuestra misma dignidad, como nos invita el Papa Francisco en su reciente exhortación.

“Cuando encuentro a una persona durmiendo a la intemperie, en una noche fría, puedo sentir que ese bulto es un imprevisto que me interrumpe, un delincuente ocioso, un estorbo en mi camino, un aguijón molesto para mi conciencia, un problema que deben resolver los políticos, y quizá hasta una basura que ensucia el espacio público. O puedo reaccionar desde la fe y la caridad, y reconocer en él a un ser humano con mi misma dignidad, a una creatura infinitamente amada por el Padre, a una imagen de Dios, a un hermano redimido por Jesucristo. ¡Eso es ser cristianos! ¿O acaso puede entenderse la santidad al margen de este reconocimiento vivo de la dignidad de todo ser humano?” (Ex. Apostólica Gaudete et exsultate, nº98)