Semana 6 – 9 de abril

Martes 6 de abril

Nos encontramos en tiempo de Pascua, de resurrección. Comenzamos la oración poniéndonos en presencia del Señor. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

1. Escuchamos la Palabra:

En aquel tiempo, estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.

Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré». Jesús le dice: «¡María!». Ella se vuelve y le dice. «¡Rabbuní!», que significa: «¡Maestro!». Jesús le dice: «No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, ande, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”». María la Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto».

2. Escuchamos con el corazón:

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3. Piensa:

  • ¿Qué quieres resucitar en tu vida?
  • ¿A qué /quién le vas a dar una nueva oportunidad?
  • ¿De qué dice a ti  la resurrección de Jesús?

Miércoles 7 de abril

Comenzamos la oración poniéndonos en presencia del Señor. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Libro de los Hechos de los Apóstoles 3, 1-10.

En una ocasión, Pedro y Juan subían al Templo para la oración de la tarde. Allí encontraron a un paralítico de nacimiento, que ponían diariamente junto a la puerta del Templo llamada «la Hermosa», para pedir limosna a los que entraban.

Cuando él vio a Pedro y a Juan entrar en el Templo, les pidió una limosna. Entonces Pedro, fijando la mirada en él, lo mismo que Juan, le dijo: «Míranos». El hombre los miró fijamente esperando que le dieran algo. Pedro le dijo: «No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y camina». Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó; de inmediato, se le fortalecieron los pies y los tobillos. Dando un salto, se puso de pie y comenzó a caminar; y entró con ellos en el Templo, caminando, saltando y glorificando a Dios.

Toda la gente lo vio camina y alabar a Dios. Reconocieron que era el mendigo que pedía limosna sentado a la puerta del Templo llamada «la Hermosa», y quedaron asombrados y llenos de admiración por lo que le había sucedido.

REFLEXIÓN

El tiempo de la Pascua nos recuerda a la frescura de la vida evangélica vivida por la primera comunidad, en donde lo sobrenatural era la cosa más natural, en donde los milagros eran el medio para que el mundo creyera en la resurrección y se uniera a la Iglesia.

Jesús había dicho a sus apóstoles: «Vosotros haréis cosas más grandes que las que yo hice». Los signos que Dios sigue realizando entre nosotros tienen como objetivo decirle al mundo que su Palabra es actual y verdadera, que Él continúa actuando en todos aquellos que se ofrecen a ser sus mensajeros, y tú puedes ser uno de ellos.

ORACIÓN

Señor, te agradecemos la oportunidad que nos has dado de ser testigos de tu amor. Gracias, porque cuando estamos pidiendo compañía, alegría y amor, Tú nos respondes de una manera nueva y mucho mayor de lo que pudiéramos pedir o pensar. 

REZAMOS TODOS JUNTOS UN PADRE NUESTRO

Jueves 8 de abril

Comenzamos la oración poniéndonos en presencia del Señor. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

1. REZA con el Salmo del día:

Señor, Dios nuestro,

¿qué es el hombre para que te acuerdes de él,

el ser humano, para mirar por él?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,

lo coronaste de gloria y dignidad,

le diste el mando sobre las obras de tus manos.

Todo lo sometiste bajo sus pies.

 

2. ESCUCHA esta canción (3 min)

Déjate interpelar por cuánto has recibido de Dios, como decía el Salmo. Dirígele a Dios esos versos que dicen “eso que Tú me das es mucho más de lo que pido”, “es lo que ahora necesito”. “Por todo lo que me das, te estaré siempre agradecido”. Y piensa: ¿qué has recibido?

3. ENTRÉGATE

Ojalá puedas decirle hoy al Señor: Todo te lo voy a dar. Y en respuesta a todo lo recibido, te doy gracias y te entrego mi corazón, para que Tú seas siempre el centro y la Luz de mi vida”. Se lo pedimos a María, que supo recibirlo todo de Dios, para que nos ayude en este propósito y en este día. Avemaría juntos.

Viernes 9 de abril

Como cada día, iniciamos nuestra jornada juntos, unidos en la oración. Hacemos silencio, exterior e interior, y nos fijamos en el siguiente vídeo:

Sabemos que somos débiles e imperfectos y que muchas veces elegimos el mal frente al bien. Pero fijémonos en los apóstoles. El evangelio de San Juan de hoy narra que, tras pasar la noche sin pescar nada, se dejan guiar por Jesús lanzando las redes donde Él señala, y terminan por no poder sacarlas por la multitud de peces que han pescado. 

Del Evangelio de Juan:

«Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis». La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro: «Es el Señor».

Tratemos de escuchar a Jesús en nuestro día a día, de confiar en Él y dejarnos guiar por sus palabras; veremos como nuestra vida se llena de sentido al escoger el camino de la reconciliación, de la acogida, del servicio, del amor. Nosotros, como cristianos, tenemos UNA razón para creer en un mundo mejor: Jesús de Nazaret.