REFLEXIONAMOS
¿Qué necesitamos?, ¿de qué tenemos hambre, o sed?, ¿qué nos hace vivir plenamente?, ¿qué alimenta nuestro corazón?
A veces parece que necesitamos signos muy evidentes de que Dios es y está con nosotros. Parece que no lo vemos claramente y pedimos pruebas, muestras más claras. Y, resulta que están ahí, delante de nosotros. No siempre sabemos reconocerlas pues vivimos con prisa, con preocupaciones, con angustias, con alegrías locas, eufóricamente o dejando que los días nos pasen por encima: tenemos hambre de ese pan del cielo.
No siempre nos es fácil parar y recuperar la esencia de la vida (nuestro pan) ni hacernos conscientes, desde la humildad, de que todo lo que tenemos de grandes, lo tenemos de pequeñitos; de que estamos en las manos de Dios; y de que Él se muestra en nosotros. Cuando sabemos ver esto, cuando tenemos Fe, nuestras angustias, prisas, miedos, euforias desatadas… pasan a otra esfera, dejan de ser tan urgentes como creíamos. Y se nos ilumina la lucecita haciéndonos conscientes de que hay alguien muy grande que nos alimenta SIEMPRE.