Pascua con sabor a ginebra

Viendo el otro día la televisión, apareció un anuncio de ginebra que hablaba de un hotel muy peculiar, y enseguida me trasladé a la primera comunidad de Galilea después de la resurrección. La bienvenida en este hotel consiste en hacer desaparecer tus maletas – “y es que no importa de dónde vengan, siempre arrastran algo con ellos”-, lo que tanto te pesa deja de ser importante, se desvanece. Tú eres el huésped, eres mucho más que tu equipaje. Todo el mundo es bien recibido, no importa la carga que traigas, por fin puedes descansar. Los discípulos salieron de Jerusalén con unas buenas maletas, llenas de miedo, inseguridad, fracaso… sin embargo, en la nueva comunidad, como en el hotel, por fin pudieron soltarlas.

El valor de marca de este peculiar hotel donde se sirve la bebida que anuncian es la autenticidad, expresan que el hotel es “el lugar donde dejamos de ser quien los demás dicen que debemos ser, y nos transformamos en quien queremos ser”; y así es el encuentro con Jesús resucitado, provoca una transformación, se forja una nueva identidad, una auténtica. Te libera de las expectativas y la presión de los demás. Porque solo su Amor es lo que te hace libre.  Y junto a Jesús, como en este anuncio, de repente sientes que estas siendo tú, quien tú quieres ser, que encuentras respuesta a esa pregunta que llevas en el corazón: de dónde vengo y adónde voy.

El anuncio culmina su publicidad hablándonos de las reglas de este peculiar hotel: “aquí nadie juzga a nadie”. Ese es el clima comunitario pascual, la verdadera acogida incondicional. Creo que los que han hecho este anuncio no han pensado lo mismo que yo, pero, sin duda, saben cuánto necesitamos sentirnos libres, queridos, respetados, cuánto deseamos poder ser nosotros mismos… lo que pasa es que esta Sed no se apaga con la ginebra que ellos venden, sino con el agua viva: “el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna”. A la Iglesia nos viene bien recordar esta hospitalidad.

María García Olloqui ss.cc.