Semáforos en rojo

Todos tenemos nuestras propias manías, cosas que nos gusta hacer, pero que son difíciles de explicar porque nadie entiende. Yo tengo una un poco peculiar que me gustaría compartir hoy contigo. Muchas veces, cuando voy caminando por la calle me gusta pararme en los semáforos en rojo. Sí, lo sé, no tiene mucho mérito, es lo que se debe hacer… pero no siempre es así, ¿verdad? A mí me gusta pararme incluso en esos semáforos que separan solo un carril y ves que a lo lejos no viene nadie, esos que sabes que si te lo saltas no va a pasar nada, ni te van a atropellar, ni nadie te va a juzgar porque todo el mundo lo hace.

¿Por qué te cuento esto? Porque cuando me paro en un semáforo descubro mucho de mí. Es cierto que me pone nervioso (¿qué hago yo aquí parado?) y me viene un sentimiento de culpabilidad por estar perdiendo el tiempo. Creo que es un buen resumen de lo que nos puede pasar en la vida. No sabemos estar sin hacer nada productivo, nuestro tiempo vale demasiado y no somos capaces de pararnos sin sentirnos mal por ello. Me agobia un poco darme cuenta de esto cuando veo el muñequito en rojo, pero creo que ambos nos podemos sentir bastante identificados.

Por eso mismo, pararme me ayuda a preguntarme: oye, ¿dónde vas con tanta prisa? Y es que muchas veces vamos por la vida corriendo como pollos sin cabeza, pero no sabemos hacia dónde ni hacia quién. Por eso a veces es necesario pararse, y por eso me gusta hacerlo, porque me ayuda a recordarme hacia dónde voy y por qué y por quién hago lo que hago. Solo parándonos de vez en cuando podemos saborear todas las cosas buenas que tenemos en nuestro día a día y que tantas veces nos pasan desapercibidas. Solo parándonos podemos escuchar la suave voz de un Dios que en nuestra vida es brisa suave, y que es tan fácil callar mientras corremos de un lado a otro.

Hay muchas maneras de pararse. El semáforo en rojo es solo un símbolo que a mí me ayuda a recordar lo que te he contado. Pero la vida nos regala otros cuantos semáforos, y depende de cada uno aprovecharlos y tomarse un respiro. Así que, ya sabes, ¿dónde vas con tanta prisa?

Juande ss.cc.