Lo primero de todo (31-oct)

Hay personas que entienden la religión como cumplir normas o mandamientos para agradar a Dios. Esto ya pasaba en tiempo de Jesús, cuando los que se consideraban buenos judíos se preocupaban por cumplir infinidad de preceptos que aparecían en los libros de la Ley. El escriba que se acerca a Jesús en el evangelio de hoy era uno de esos maestros de la Ley, preocupado por cumplirla y por enseñar a cumplirla.

Jesús era considerado maestro por sus discípulos y mucha gente que acudía a escucharlo; pero muchos escribas, fariseos, sacerdotes y dirigentes pensaban que la actuación y la enseñanza de Jesús no era respetuosa con la Ley de Dios. Buscaban poder acusarlo de ser un falso maestro.

Cuando el escriba le pregunta por el mandamiento más importante, Jesús responde como lo haría un buen judío, citando versículos muy importantes del Antiguo Testamento: “amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”, y “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Por eso el escriba alaba la respuesta de Jesús, pues nada vale más que el amor a Dios y al prójimo.

Jesús ha unido dos mandamientos que estaban dispersos en libros diferentes del Antiguo Testamento: Deuteronomio (6, 5) y Levítico (19,18). Para Jesús, no se puede amar de verdad a Dios si no se ama al prójimo y solo desde el amor a Dios se puede amar también al prójimo. Su vida nos muestra que amó al Padre con todo su ser y nos amó hasta el extremo de entregar su vida por nosotros.

Esa es la propuesta que hace también para quien quiera seguirlo, como respuesta a su amor por nosotros. ¿Te parece que puede ser lo primero de todo en tu proyecto de vida?

Aurelio Cayón ss.cc.