Tres palabras mágicas “por favor”, “gracias” y “perdón”

Estas tres palabras mágicas hoy cobran mucho más sentido en la sociedad en la que vivimos, una sociedad atrapada por las prisas, por la inmediatez de los resultados, por la falta de comunicación física y personal, por las apariencias y relaciones perfectas que nos muestran las redes sociales donde las palabras “por favor”, “gracias” y “perdón” parecen no ser necesarias.

Hace unas semanas estaba en la boda de mi hermana y el sacerdote les hablaba a los novios de la importancia de estas palabras en el día a día de un matrimonio y de una familia, que todos los días se pidieran por favor las cosas, se dieran las gracias y se pidieran perdón. Cuando lo escuchaba, se me vinieron a la mente la cantidad de ocasiones en las que a mí se me había olvidado pedir las cosas por favor, no había dado las gracias y había dado por hecho el perdón. También pensaba en cómo en el día a día de la sociedad en general, el verdadero sentido de estas palabras se ha ido modificando y cómo en la mayoría de las ocasiones bien por pereza, dejadez o por exceso de confianza las damos por supuestas, dichas o entendidas.

¿Desde cuándo nos lleva ocurriendo esto? ¿Por qué hemos dejado de lado esa sencillez y humildad que transmiten esas palabras y las hemos cambiado por peticiones y exigencias? Me paro a pensar en cómo mi abuela, una mujer de campo, sin estudios, sencilla y educada en el valor de la humildad, no se le olvidaba ni un día pedir las cosas por favor, dar las gracias y pedir perdón y lo hizo hasta su último día. Al igual que mi abuela tantas personas de otras generaciones que vivían con pausa la vida y que se aferraban a lo verdaderamente esencial, una vida de fe y de servicio a los demás. 

El papa Francisco en su Exhortación “Amoris Laetitia” lo proclama de forma sencilla y clara: “darse, perdonarse, no perder la paciencia, anticiparse al otro, respetarse”. El Papa insiste en estas tres palabras que ha recordado en numerosas ocasiones para la vida familiar: «por favor», «gracias» y «perdón», invitando a utilizarlas en los hogares.  

Y me sigo preguntando ¿por qué nos resulta tan incómodo o difícil utilizarlas en nuestro día a día si son palabras simples? ¿por qué se nos olvida que existen?  Precisamente porque son simples y sencillas aparentemente, pero llevan tanto significado detrás que a veces se nos pasa por alto y cuando las pronunciamos, no lo hacemos desde el corazón y desde la humildad como nos mostraba Jesús diariamente. Deberíamos rescatarlas e incluirlas en nuestro discurso cotidiano y llenarlas de significado verdadero. Seguramente, si lo hiciéramos una vez al día cada uno de nosotros, la sociedad en la que vivimos no las daría por supuestas, dichas u olvidadas. Nos daríamos cuenta de nuestra imperfección.

Son muchas las palabras mágicas y sencillas que hemos dejado de utilizar, pero nunca antes estas tres palabras “por favor”, “gracias” y “perdón” cobraron tanto sentido. Atrevámonos al menos a contemplarlas, a hacer que se extiendan como si de un virus super contagiador de Amoris Laetitia se tratase.

Ana Tello Vivas