«ADVENIAT REGNUM TUUM»

Desde hace un par de años, mi vida está ligada a lo que sucede en la Calle Padre Damián 34. Es el lugar donde vivo, donde trabajo, y donde, como dice mi hermana Gema, Dios me regala la oportunidad de seguir creciendo y construyendo vida juntos. Aquí, así y con estos.

He descubierto que me gusta pasear por el cole cuando no hay nadie, especialmente los fines de semana. Todo está asombrosamente tranquilo, esperando a que los chicos vuelvan, a que vuelvan a traer risas, alboroto, vida… Pero también el fin de semana es el tiempo del descanso, del silencio, de la espera… también para estas aulas y pasillos, pues albergar la vida también conlleva a veces soportarla y dejar que “nos agriete”.

Hace un tiempo, en uno de esos paseos, me aventuré por un jardín interior que hay en el colegio. Y allí, tapado entonces entre pinos enormes y plantas medio asilvestradas, descubrí una estatua, como de un metro de estatura. Tenía una mano rota, pero aún así fue fácil reconocerla. Era una imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Estaba tan cerca y accesible que me quedé mirándola un buen rato, pero lo que me sorprendió fue lo que encontré cuando miré a los pies del que impertérrito, me sostenía la mirada: Una frase, en latín “Adveniat regnum tuum”. Que traducido, significa “Venga tu Reino”. Mi colegio lleva más de cincuenta años en pie, y en el patio interior hay una estatua deteriorada, con un letrero en latín en el que se sigue leyendo: Venga tu Reino.

En ese momento, me sentí parte de una historia mucho mayor. Mucha gente ha pasado por estas aulas, estos muros guardan muchas historias. Muchos niños han crecido aquí, se han hecho mayores, han salido a habitar el mundo, impregnados sin saberlo por esa frase que llevan en sus mochilas, esa frase que han aprendido a rezar tantas mañanas en estas aulas. Venga tu Reino. Una frase que hace de eslabón entre muchas vidas, durante muchos años, que se expande por el mundo, en ellos: Venga tu Reino.

Que se repite, que no caduca con los años, cuando acertamos en nuestras maneras, o cuando nos vemos solos y limitados…. Venga tu Reino.

En las discusiones entre pasillos, en las amistades de la infancia, en los boletines de notas y en las fiestas del colegio… Venga tu Reino.

Cuando aprendemos a entendernos, cuando salimos al mundo, cuando entramos al Colegio… Venga tu Reino.

Parece como si los sábados, cuando todo calla en el colegio, las aulas, los pasillos, los despachos, el jardín interior y las grietas que se abren en el techo, siguieran susurrando… “Venga tu Reino”.

Qué buen tiempo este el del Adviento para visitar más a menudo ese rincón que me lanza al mundo, a ellos. Venga tu Reino. A mi vida, a mi casa, a mi colegio.

Elena Díaz ss.cc.