Semana 17 – 21 de enero

Lunes 17 de enero

¡Buenos días! ¡Una nueva semana! ¿La llenaremos con lo mismo de siempre o seremos capaces de hacer algo nuevo con estos siete días que se nos regalan? Jesús nos da una pista para contestar a esta pregunta en la lectura de hoy. Comencemos la oración “En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo…” 

ESCUCHAMOS LA PALABRA

En aquel tiempo, Jesús les dijo: “Nadie le echa un remiendo de tela nueva a un manto viejo; porque lo nuevo tira de lo viejo y deja un roto peor. Nadie echa vino nuevo en odres viejos;porque revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos.”

Palabra de Dios

REFLEXIONA

¿Cómo pretendemos que nuestra semana sea diferente si nosotros seguimos siendo iguales que la semana pasada?¿Qué va a cambiar? ¡Tenemos que cambiar nosotros! Ser más empáticos, más solidarios, más auténticos para que nuestros días se llenen de vida, de alegría, de verdad. Eso nos dice Jesús en esta lectura: ¡Cambia! ¡Una vida nueva te espera! 

Pedimos al Señor que seamos capaces de entender esto y cambiar durante esta semana que comenzamos. Rezamos juntos el Padrenuestro.

 

Martes 18 de enero

Comenzamos la oración de hoy en el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo.

Nos dice Jesús: «Vosotros sois la luz del mundo.» Mt 5, 14. Vamos a unirnos desde nuestro corazón al mensaje de esta canción para ser verdadera luz en el mundo en el que vivimos.

Hoy quiero señor, ponerlo todo en tu presencia
Darme hasta gastarme contigo y por ti
Hoy quiero, señor, ponerlo todo ante tu puerta
Para en todo amarte y servir
Enciéndeme y deja arder donde haga falta
Enciéndeme y déjame ser tu luz
Y así poder llevarte hasta todas las almas
Saciar la sed que tienes Tú, desde la cruz
Hoy quisiera, madre, poner todo en tu presencia
Darme hasta gastarme, decirle que si
Hoy te pido, madre, que dejes mi puerta abierta
Para en todo amarle y servir
Enciéndeme y déjame arder donde haga falta
Enciéndeme y déjame ser tu luz
Y así poder llevarte hasta todas las almas
Saciar la sed que tienes Tú, desde la cruz
Enciéndeme y déjame arder donde haga falta
Enciéndeme y déjame ser tu luz
Y así poder llevarte hasta todas las almas
Saciar la sed que tienes Tú desde la cruz

Padrenuestro

Miércoles 19 de enero

¡Buenos días! En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo. Amén. Empezamos el día rezando juntos esta oración: 

Dios mío, ayúdame.
Ilumina mi camino,
fortalece mi alma,
guíame en el caminar.
Aunque me desvíe de tu sendero no te apartes jamás de mí;
sé siempre mi sombra, mi otro yo;
somos dos amigos leales que caminan siempre unidos.

Sé ALIENTO de mi vida,
LUZ de mi sombra,
AMIGO para mi soledad
y CAMINO de mis pasos.
Ven siempre conmigo; llena mi vida de tu amor.
Sin ti nada soy, sin ti nada tengo:
ayúdame a vivir según tu voluntad.

PADRENUESTRO

Jueves 20 de enero

¡Hola a todos!. Comenzamos el día rezando juntos. En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo. Amén. Jesús nos dice: “Fui extranjero, y me acogisteis.” (Mt 25,35)

REFLEXIONA

Mirad esta imagen. Es una playa bonita, ¿verdad?. Parece un lugar interesante para visitar. Tal vez ir de vacaciones. Es la playa de Ali Hoca Burnu, en Turquía. ¿La conocéis? Posiblemente diréis que no. Y sin embargo fue muy famosa en septiembre de 2015, seguro que vosotros mismos sí que visteis fotos de esta playa en ese momento. Pero ya nos hemos olvidado de lo que sucedió allí.

Dejadme que os cuente por qué esta playa fue tan famosa. Tan tristemente famosa. Había una vez un niño… Era sirio pero podía haber sido mi hijo, tu sobrino, tu primo o un compañero del colegio. No vestía con harapos. Llevaba los zapatos que venden en la tienda de la esquina, la camiseta roja del parque de atracciones y el pantalón corto que heredó de su hermano, como cualquier niño de nuestro colegio.

Se llamaba Aylan Kurdi, tenía tres años. ¿Seguis sin acordaros? Las agencias de noticias hicieron famosa su foto al medio día del 2 de septiembre de 2015 y se expandió por internet como sólo saben expandirse las malas noticias. A las pocas horas ya habían reaccionado activistas, tertulianos y líderes mundiales. «Es una tragedia y una interpelación para ayudar a los refugiados». «Estamos profundamente conmovidos», decían todos. “Esta crisis nos concierne a todos». No podemos ser indiferentes, decían. La propaganda política funcionó a toda máquina. Todos prometieron medidas urgentes para acabar con el drama y todos dijeron «nunca más».

Pero en esas playas nada se hizo. La movilización prometida por esos líderes europeos no llegó nunca. Días después una embarcación de madera llena de familias se vino a pique en un lugar cercano. Los escasos medios de rescate, unidos a los pescadores de la zona, consiguieron salvar sólo a la mitad de las 300 personas que viajaban hacinadas. Otro drama evitable. Y siguió, ¡sigue!, pasando otras veces, pero las lágrimas ya estaban derramadas y las declaraciones se olvidaron pronto.

Y hoy escuchamos las palabras de Jesús: “fui extranjero, y me acogisteis” (Mt 25,35). Suenan un poco fuera de lugar, ¿verdad? Como si no fueran con nosotros. Nos hemos hecho unas murallas tan grandes, nuestro olvido para este tipo de noticias es tan rápido que no pensamos que eso que dice Jesús esté dedicado a cada uno de nosotros. Además, siempre podemos protegernos mentalmente con tantas razones… sociales, económicas, culturales…

Pero ante la visión del sufrimiento de personas como tú y como yo, que no han merecido un destino tan cruel, si tenemos un corazón mínimamente sensible, todas esas murallas se derrumban. Nadie debería pasar por algo así. Nadie.

Ya es tarde para Aylan Kurdi y su familia pero aún no lo es para las miles de personas que siguen viviendo este tipo de drama. Aún estamos a tiempo de proteger a mucha gente de los abusos, de la violencia, de la incomprensión que sufren huyendo de la pobreza, de la guerra. Tan sólo buscando un sitio mejor en el que poder vivir su vida. ¿Qué vamos a hacer al respecto? ¿Se nos olvidará tan rápido como olvidamos la historia de Aylan? ¿Seremos capaces de entender que “nadie pone a sus hijos en un barco a no ser que el agua sea más segura que la tierra”? ¿Vamos a hacer algo para seguir las palabras de Jesús y acogerle hoy en día en las personas que se acercan a nosotros buscando seguridad, buscando un futuro mejor?

Pidámosle a Dios que nos ayude a contestar estas preguntas. Recemos juntos el Padrenuestro.

Primera parte basada en un texto de Alberto Rojas (EL MUNDO).
Cita del poema ‘Home’, de Warsan Shire

Viernes 21 de enero

¡Hola! Comenzamos la oración poniéndonos en presencia de Dios. Para eso, hacemos la señal de la cruz. “En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo…”. Un día Jesús llamó a sus amigos, a los que Él quiso y los hizo sus compañeros. Es importante tener amigos, gente con la que recorrer el camino, esas personas que nunca fallan, que siempre están ahí cuando las necesitas. También Jesús los tenía, eran tan importantes que sus nombres han quedado escritos en el Evangelio. Escuchamos quiénes eran:

ESCUCHAMOS EL EVANGELIO DE MARCOS

En aquel tiempo, Jesús subió a la montaña, llamó a los que quiso, y se fueron con él. A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios: Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro, Santiago y su hermano Juan, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, que lo entregó.

REFLEXIONAMOS 

Hoy queremos dar las gracias por nuestros amigos. En silencio pensamos en ellos, nos acordamos de los que tenemos al lado y de los que están lejos. Recordamos sus nombres, sus caras y en el silencio de nuestro corazón, le damos gracias a Dios por haberles puesto en nuestro camino. Damos gracias por las cosas que vivimos juntos y por las que aún nos quedan por compartir con ellos. Nos sentimos agradecidos por todo ello y se lo decimos a Dios.