Escucha, mira, toca (24-abr)

Escucha, mira, toca. No hay truco, nadie trata de venderte la moto. No voy a forzarte, si quieres ven y verás. En esto de la experiencia creyente no hay trampas. La invitación es a creer desde uno mismo. La comunidad anima y acompaña, anuncia la resurrección y transmite la alegría. Está en tus manos querer vivir lo que otros te anuncian.

Mira a Tomás, tantas veces visto como contraejemplo del creyente. En el fondo nos representa a cada uno de nosotros. En un primer momento, movidos por el impulso de la llamada, nos acercamos desde nuestros esquemas a Dios. Tratando de encontrar la fórmula de la felicidad, buscamos comprobar empíricamente a Jesús. Escribir la receta de la vida para poder reproducirla. Y él se deja, como tantas otras veces se deja. Sí, como en la cruz se deja.

De repente, entiendes las llagas. Tú que tratabas de encajarlas en tus moldes, ahora te ves rodeado por su abrazo. Te invaden entonces la alegría que no se puede contener, la paz que solo la experiencia profunda de Dios te puede dar, el sentimiento de comunidad que te hace ver a los demás realmente como hermanos. Y crees.

No te ha hecho falta comprobar, nunca te hizo falta. La relación profunda con Cristo, esa que nace y crece en el amor conduce a la confianza engendradora de Vida. Que permite decir ¡Señor mío y Dios mío! Te buscaba desde mis razones, ahora entiendo que son las tuyas las que salvan.

Escucha, mira, toca y cree, no como alguien que escudriña para encontrar la solución, sino como alguien que quiere vivir la comunión con Dios y con los demás.

¿Cómo está tu fe?

¿A quién y cómo debes escuchar para creer?

¿Cuándo te han invadido la alegría, la paz y la fraternidad? ¿Te encontraste con Dios en ese momento?

¿Te has sentido abrazado en tu debilidad?

Tomás ss.cc.