Les doy la vida eterna (8-may)

La imagen del pastor y su rebaño ha sido usada con frecuencia en el Antiguo Testamento para referirse a la relación de Dios con su pueblo. El propio Jesús la ha utilizado para hablar del amor, la misericordia y el perdón de Dios. Recordamos la parábola del pastor que tiene cien ovejas, sale en busca de la que se le ha perdido y, cuando la encuentra, carga con ella sobre sus hombros y la lleva muy contento a casa (Lc 15, 4-6).

El evangelio de hoy nos presenta a Jesús como el Buen Pastor que da a sus ovejas la vida eterna. Estas palabras de Jesús adquieren todo su sentido en este tiempo de Pascua, pues es Jesús resucitado, unido al Padre, quien llena de vida a su rebaño, cuidándolo y protegiéndolo de cualquier peligro.

Es interesante prestar atención al proceso de cómo se produce este cuidado de sus ovejas por parte de Jesús, el Buen Pastor. Lo primero es escuchar su voz, oír la palabra de Jesús, prestarle atención. En segundo lugar, el Buen Pastor conoce a sus ovejas; Jesús nos conoce a cada uno, sabe nuestro nombre y lo que necesitamos, no es indiferente a lo que nos pasa. En tercer lugar, las ovejas siguen al pastor; seguir a Jesús será siempre la propuesta del evangelio, ser sus discípulos. Finalmente, el Buen Pastor da la vida eterna a sus ovejas; Jesús resucitado nos llena de vida. Lo hace con el poder del Padre, al que permanece unido para siempre.

Escuchar a Jesús, ser conocidos por él, seguirle, recibir su vida nueva y permanecer en sus manos es la propuesta que se nos hace en este Domingo del Buen Pastor.

Aurelio Cayón ss.cc.