REFLEXIONAMOS
Nuestros hermanos indeseables
“Hay días que al abrir el periódico o poner la radio uno tiene la tentación de pensar que el mundo se está volviendo loco.
Niños excluidos de la escuela por ser gitano o portar el SIDA; jóvenes que arrasan lo que encuentran a su paso; patrulla que, como en los viejos tiempos del oeste, “peinan” el barrio e imponen su ley; rusos contra ucranianos; europeos contra africanos (a los que han utilizado cuando les convenía); bombas contra gente indefensa…..
Ya sé que no es sencillo dar con las causas de tanta insensatez, pero, puesto a decir alguna, creo intuir que tienen mucho que ver con una sociedad cada vez más egoísta, materialista, cómoda y, por lo tanto injusta. Una sociedad en la que la “maquina” le va ganando la mano al hombre.
Cuando todo se monta en función del bien vivir, cuando todo nos invita a ser los más guapos, los más altos, los más fuertes, y los más elitistas, no nos extrañe que el egoísmo sea la marca de nuestro mundo.
De esto al rechazo de los que nos incomodan, nos desagradan o son testimonios vivientes de lo contrario a lo que queremos ser – los pobres, los incultos, los débiles- solo hay un paso.
“A una sociedad moderna se la puede juzgar por como trate a sus marginados”.
Si esta sociedad no es capaz de tener piedad para sus hijos débiles, pobres, desgraciados, puede convertirse en inhumana.
La solución, tal vez, no esté en la comprensión, sino en la búsqueda de la rehabilitación, la acogida y el amor.”
(Manuel García Ripado, SS.CC.)
Sintiéndonos hermanos, hijos de un mismo padre, terminamos rezando el Padrenuestro.