Semana 14 – 18 de noviembre

Lunes 14 de noviembre

Buenos días. Un día más comenzamos nuestra oración poniéndonos en presencia del Señor: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Hoy escucharemos el Evangelio según San Lucas. (18,35-43). Lo vamos a hacer con esta canción:

PROFUNDIZAMOS

En un ambiente de silencio y recogimiento, escuchamos estas preguntas, dejamos que nos interpelen. El que quiera puede compartir con los compañeros su reflexión.

Recordamos  que para estar ciego, no hace falta perder la visión como el ciego de Jericó; la ceguera en los evangelios es la falta de Fe, por eso, ahora, pensamos:

¿Cuándo estamos ciegos?

¿Qué nos hace estar/ser ciegos?

¿Por qué, a veces, nos conviene estar ciegos?

¿Cómo nos sentimos al no querer ver lo que pasa a nuestro alrededor?

Solo “somos ciegos” con lo que nos rodea o…. ¿también somos ciegos y nos cuesta…. ”Mirarnos dentro”?

Terminamos rezando un Padrenuestro.

Martes 15 de noviembre

Empezamos la oración de hoy en el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo. Amén.

ESCUCHAMOS LA PALABRA

En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad.
En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo: «Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa». Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor: «Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más». Jesús le dijo: «Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

REZAMOS JUNTOS

Oh, Dios Padre,
Tú sabes con qué frecuencia nos olvidamos de Tí,
y qué pobres de corazón somos a veces
cuando pensamos que somos ricos.
Te pedimos, Padre, que sepamos encontrarnos de nuevo con Jesús
en lo más profundo de nuestros corazones;
ayúdanos a buscarle sinceramente
para que su presencia nos cambie
y para que él viva realmente en medio de nosotros.
Te lo pedimos, Padre.
Amén.

 

Miércoles 16 de noviembre

Como siempre, empezamos el día con nuestra oración: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

PROFUNDIZAMOS

LA ORACIÓN DEL ALFABETO

Un pobre campesino que regresaba del mercado a altas horas de la noche descubrió de pronto que no llevaba consigo su libro de oraciones. Se hallaba en medio del bosque y se le había salido una rueda de su carrreta, y el pobre hombre estaba muy afligido pensando que aquel día no iba a poder recitar sus oraciones. Entonces se le ocurrió orar del siguiente modo: “He cometido una verdadera estupidez, Señor: he salido de casa esta mañana sin mi libro de oraciones, y tengo tan poca memoria que no soy capaz de recitar sin él una sola oración. De manera que voy a hacer una cosa: voy a recitar cinco veces el alfabeto muy despacio, y tú, que conoces todas las oraciones, puedes juntar las letras y formar esas oraciones que yo soy incapaz de recordar”. Y el señor dijo a sus ángeles: “De todas las oraciones que he escuchado hoy, ésta ha sido la mejor, porque ha brotado de un corazón sencillo y sincero”. (Anthony de Mello)

Escuchamos estas preguntas, respondiéndolas en nuestro corazón:

¿Qué nos quiere decir esta historia?

¿Por qué necesita el campesino su libro de oraciones? ¿Vosotros tenéis un libro de oraciones?

¿Crees que es importante orar?

¿Cómo es mi oración? ¿Qué dificultades encuentro?

A modo de resumen podemos decir que ¿Mi oración? Es algo muy simple y al mismo tiempo muy complejo. Es hablar con Dios, darle gracias, pedirle, estar con Él, alabarle, recordarle durante todo el día. En la oración, como en la vida, se pasan temporadas de todo: alegría, tristeza, cansancio, esperanza… La oración es una vivencia del Espíritu y, como todo lo que es del Espíritu, resulta difícil concretar y a veces también de experimentar. La oración para mí es cavar en un terreno seco en el que, de vez en cuando, encuentras un manantial de agua fresca. Ese encuentro te alegra tanto, te da tanta fuerza, que sigues de nuevo cavando y cavando, aunque tardes en volver a encontrar agua.

 

Jueves 17 de noviembre

Para comenzar el día nos ponemos en presencia del Señor, en el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo. Hoy escucharemos está reflexión que escribió el P. Manuel García Ripado (SSCC), y que siempre está de actualidad en nuestras vidas.

REFLEXIONAMOS

Nuestros hermanos indeseables

“Hay días que al abrir el periódico o poner la radio uno tiene la tentación de pensar que el mundo se está volviendo loco.

Niños excluidos de la escuela por ser gitano o portar el SIDA; jóvenes que arrasan lo que encuentran a su paso; patrulla que, como en los viejos tiempos del oeste, “peinan” el barrio e imponen su ley; rusos contra ucranianos; europeos contra africanos (a los que han utilizado cuando les convenía); bombas contra gente indefensa…..

Ya sé que no es sencillo dar con las causas de tanta insensatez, pero, puesto a decir alguna, creo intuir que tienen mucho que ver con una sociedad cada vez más egoísta, materialista, cómoda y, por lo tanto injusta. Una sociedad en la que la “maquina” le va ganando la mano al hombre.

Cuando todo se monta en función del bien vivir, cuando todo nos invita a ser los más guapos, los más altos, los más fuertes, y los más elitistas, no nos extrañe que el egoísmo sea la marca de nuestro mundo.

De esto al rechazo de los que nos incomodan, nos desagradan o son testimonios vivientes de lo contrario a lo que queremos ser – los pobres, los incultos, los débiles- solo hay un paso.

“A una sociedad moderna se la puede juzgar por como trate a sus marginados”.

Si esta sociedad no es capaz de tener piedad para sus hijos débiles, pobres, desgraciados, puede convertirse en inhumana.

La solución, tal vez, no esté en la comprensión, sino en la búsqueda de la rehabilitación, la acogida y el amor.”

(Manuel García Ripado, SS.CC.)

Sintiéndonos hermanos, hijos de un mismo padre, terminamos rezando el Padrenuestro.

Viernes 18 de noviembre

Un día más, ponemos nuestro ser a disposición del Señor y empezamos haciendo, como cristianos, la señal de la cruz. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Hoy recitaremos este salmo. El profesor lo lee y los alumnos responden.

REZAMOS 

Salmo 118

R/. Señor, que me alcance tu favor
Señor, que me alcance tu favor,
tu salvación según tu promesa.
No quites de mi boca las palabras sinceras,
porque yo espero en tus mandamientos.

R/. Señor, que me alcance tu favor
Cumpliré sin cesar tu voluntad,
por siempre jamás.
Andaré por un camino ancho,
buscando tus decretos.

R/. Señor, que me alcance tu favor
Serán mi delicia tus mandatos,
que tanto amo.
Levantaré mis manos hacia ti
recitando tus mandatos.

R/. Señor, que me alcance tu favor

Con la esperanza puesta en que el favor de nuestro Señor, nos alcance y como hijos suyos que somos, rezamos el Padrenuestro.

Rezamos juntos el Padrenuestro.