Reflexión evangelio joven

“diálogo y mirada” (12 – mar)

Juan (4,5-42):

Hoy en el Evangelio, una vez más somos testigos de un encuentro de Jesús que cambia la vida. Jesús acude a un pozo a descansar mientras que los apóstoles han ido a buscar la comida. Y en esto que aparece una mujer samarita. Bien es sabido que los samaritanos y los judíos no tienen buena relación entre ellos. De ahí la sorpresa de la mujer cuando Jesús le dirige la palabra. Mucho se podría decir de esta conversación. Pero me gustaría que hoy centráramos nuestra atención en dos aspectos.

El primero gira en torno al diálogo que mantienen Jesús y la mujer. En esta conversación Jesús dice algo tan sorprendente como que Él es el agua viva. ¿Qué significa esto? El mismo nos lo explica: “El que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna”. En la vida tenemos sed de muchas cosas. Y al igual que cuando uno tiene sed solo el agua nos sacia, Jesús va ser para nosotros esa agua que nos sacie por completo.

La segunda cuestión en la que podríamos fijar nuestra mirada es la transformación que se produce en la vida de la samaritana. Tras el encuentro con Jesús, ya no es la misma persona. Una vez que ha descubierto donde saciar su sed plenamente ya no necesita beber de esos otros pozos que calman la sed de manera efímera. Tras el encuentro con Cristo ya no hay nada que merezca más la pena que su amor. La vida cobra sentido pleno cuando somos capaces de responder con nuestro amor al amor que Dios nos tiene.

Tras el encuentro con Jesús, la samaritana corre al pueblo a contar con quién se ha encontrado. Y se convertirá en “contagiadora” de la sed de Jesús, de la sed de Dios, entre sus paisanos Porque una vez que nos hemos encontrado con Él, no queda otra opción que dejar nuestro cántaro y ser misioneros que contemplen, vivan y anunciar el amor de Dios.

Pablo Márquez SSCC

Reflexión evangelio 12 de marzo