“Yo estoy con vosotros todos los días” (21 – may)

Hch 1, 1-11
Sal 46, 2-3. 6-7. 8-9
Ef 1, 17-23
Mt 28, 16-20

Jesús es el Hijo de Dios y, después de resucitar, ocupa el lugar que le corresponde junto al Padre. Ya no está sometido al tiempo ni al espacio, ni a la injusticia que le llevó a ser crucificado, ni a la muerte misma. En palabras del evangelio de hoy, se le “ha dado todo poder en el cielo y en la tierra”.

Esta buena noticia no era tan fácil de vivir como tal buena noticia para aquellos discípulos de Jesús que habían vivido con él y ya no gozaban de su compañía. Por eso, Jesús les promete una nueva forma de presencia: “sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos”. Jesús no deja solos a sus amigos; ni a los que lo conocieron en la tierra ni a los que hemos sido llamados a seguirle después. Aun cuando no sintamos esta presencia, podemos estar seguros de que él no deja de acompañarnos.

Para vivir nuestro tiempo, Jesús nos invita a ser evangelizadores, a hacer discípulos de todos los pueblos, a bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y a enseñar a guardar todo lo mandado por él. Encontrarse con Jesús y sentir su cercanía es lo mejor que le puede pasar a cualquier ser humano. Por eso, a los cristianos se nos pide que seamos testigos de Jesús, que ayudemos a otros a que lo conozcan, que les enseñemos con nuestras palabras y con nuestras actitudes lo que hemos aprendido de Jesús.

Sólo viviendo para siempre junto al Padre, Jesús puede al mismo tiempo estar al lado de todos y cada uno de nosotros por medio de su Espíritu y llenarnos así de su vida. Esta es la buena noticia de la Ascensión del Señor.

Aurelio Cayón