“FIESTA DE PENTECOSTÉS” (28 – may)

San Juan (6,52-59):

Desde hace unos años mi fiesta favorita es Pentecostés. Es la fiesta de la diversidad, de la posibilidad, de la creatividad, del aliento, del empuje, de la esperanza… En definitiva, de la vida siempre nueva, aun cuando menos posible parece.

Voy descubriendo poco a poco, que como creyentes y como criaturas es el mayor regalo que Dios nos ha podido hacer: el Espíritu. ¿Por qué?

Hoy las lecturas nos hablan de situaciones humanas, frágiles y dolorosas.

En el Evangelio, los discípulos tienen miedo y están encerrados, parece que Jesús se ha ido prometiendo que se quedaría. Pero la realidad es que no está, ellos no entienden nada y están llenos de miedo por lo que se cuece fuera de las paredes de su casa. La promesa parece rota, y les cuesta salir de esas puertas cerradas que les ahogan. Pero por lo menos, siguen juntos.

Es en medio de esa incertidumbre, donde irrumpe el Espíritu en forma de paz y con una invitación a salir. En el aislamiento, entra por las rendijas dando vida y generando movimiento. Nunca es tarde, ni la última palabra estaba dicha.

Por otro lado, el libro de los Hechos nos habla de cómo el Espíritu llega en forma de llamas a todos por igual, no hay requisitos. Ese Espíritu, posibilita que se dé la comunicación entre todos, entendiéndose entre sí, aun cada uno tener su propia lengua. Se da el milagro de la comunión, en medio de la diferencia es posible reconocernos y juntos formar parte de un “mismo cuerpo”. El Espíritu hace a todos dignos, valiosos y dadores de vida.

Creo que, en medio de nuestro mundo y nuestro momento histórico, el Espíritu llega a romper con todo lo establecido. Nos recuerda que no es el miedo al futuro, ni la desigualdad, ni las estructuras que nos separan, ni el poder mal entendido, ni las envidias, ni el diferente, ni la muerte… lo que tiene la última palabra.

Si no que, gracias a Dios, no estamos solos, y estamos en el tiempo del Espíritu, donde tenemos el reto de generar comunión y vida. Personalmente, y luego unos con otros, dejando que la creatividad, la novedad, la valentía y la fidelidad al Dios de la vida sea el motor.

Gracias Señor por tal regalo.

Bea Garcia Comyn sscc