Yo soy el buen pastor (25-abr)

Así dice el titular de una noticia de no hace mucho: “Ser pastor, un oficio cada vez con un futuro más negro”. Parece que cada vez son menos los jóvenes que quieren dedicar su vida al pastoreo del ganado. El hombre al que entrevistan dice que es un trabajo muy sacrificado; tienes que estar atento 24/7 todo el año, sin vacaciones y nadie quiere ponerse en ese lugar para que el pastor pueda descansar.

El evangelio de hoy nos muestra a Jesús como un buen Pastor preocupado y atento a las necesidades de los suyos, que protege y acompaña a sus ovejas en una relación de cercanía y cariño. De algún modo así fue su vida y así sigue haciéndose presente hoy en medio de nosotros.

Al identificarse como este buen Pastor, Jesús nos muestra cuál fue el sentido profundo de su muerte y resurrección. Jesús murió en coherencia con su vida. Se entregó a lo largo de su vida hasta el final y en esto no buscó su propio interés ni buscó recompensa alguna. Jesús vivió su vida con esta actitud de entrega hasta el final por amor a nosotros.

Esto no nos puede dejar indiferentes. De algún modo la vida de los primeros discípulos no fue la misma en cuanto comprendieron en su corazón el sentido de lo que había ocurrido.

Quizás hoy podamos preguntarnos nosotros qué significa en nuestra vida estas palabras de Jesús: yo soy el buen pastor, el que da la vida por vosotros. Quizás hoy más que nunca debamos dejarnos interpelar por estas palabras para que transformen nuestra vida y nos lleven a vivir como Jesús, pastores entregados en cada ámbito de nuestra vida, para que así, el futuro de esta profesión – ser pastores en lo cotidiano–  sea más esperanzador. «Danos pastores según tu corazón, que se hagan pan y vino por amor. Que sean evangelio vivo, que se entreguen del todo y sin temor».

Alberto Gaitán sscc