Salmo 1
Repetimos todos después de cada estrofa: Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor
Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor
Ahora cerramos los ojos y nos preguntamos durante un momento en silencio: ¿Y yo? ¿Qué consejo sigo en mi día a día? ¿Hago caso a los impíos , a los que malmeten y hablan mal de otros, los apartan o desprecian por no ser iguales; o, por el contrario, soy como ese árbol que crece haciendo el bien y dando cobijo a los más necesitados?
Terminamos la oración rezando junto el Padrenuestro.