Amor a fondo perdido (16-ene)

Vengo de unas bodas de oro. 50 años de fidelidad escritos en cada arruga que surca las miradas cómplices de los esposos. Los jóvenes de hoy entendéis un amor como este: a fondo perdido. Pero atreverse a vivirlo ya es otra cosa. El amor de pareja, o cualquier registro del amor, ¿a fondo perdido?

El evangelio de este domingo nos habla de una boda en la que Jesús participa. Pero en este evento ocurre algo extraño: no les queda vino. Leemos el Cantar de los Cantares: Son mejores que el vino tus amores (Cant 1, 2). Pues si falta vino en una boda, entonces falta el amor. Ese es su significado en el Evangelio. Y si falta el amor falta todo: la luz, la alegría, la felicidad.

A mí también me falta “vino de amor”…

…cuando vivo solo para mí.

…cuando nunca me pregunto si Dios me necesita.

…cuando el miedo me impide entregar la vida por completo al Reino.

…cuando la pereza organiza mi agenda y mis compromisos.

…cuando hace tiempo que el Evangelio es letra muerta en mis acciones.

Decía el Papa Francisco: Atrévete a ser más, porque tu ser importa más que cualquier cosa. No te sirve tener o aparecer. Puedes llegar a ser lo que Dios, tu Creador, sabe que eres, si reconoces que estás llamado a mucho (CV 117).O sea, ¡que no te falte el vino!

Tras las bodas de oro, releo el evangelio y me digo: a este matrimonio de hoy, después de 50 años, no les ha faltado el vino. Sencillamente, Jesús no solo fue un invitado de bodas aquel enero de 1972, ni un comensal más en el banquete de su vida, fue algo más, mucho más. A fondo perdido, ¿te atreves a beber de este amor?

José Luis Pérez ss.cc.