Rema mar adentro (6-feb)

A veces me canso Señor, sí, me canso. Me gustaría poder decirte otra cosa, pero me puede la desesperanza, la impotencia ante la injusticia, la tristeza ante el dolor, la resignación. Te veo, como Pedro, rodeado de una multitud que te sigue para oírte (me pregunto si de verdad te escuchan), mientras yo sigo lavando mis redes, recogiendo mi ordenador y pensando en qué hacer mañana. Y te acercas a decirme que vuelva a la barca. Cierro los ojos palpando mi cansancio, queriendo decir que no, que para qué, que por qué. Pero no puedo, porque tu Palabra (Dios, tu Palabra…) tiene una fuerza que me lleva, que me arrastra, que me eleva mar adentro. Y sigo sin entender de dónde salen los peces que antes no estaban, cómo aparecen las miradas, los rostros y los gestos que alimentan mi vida recordándome que contigo merece la pena, y siento el vértigo de algo que no controlo y que me recuerda mi pequeñez, pero donde no me hundo, al revés, nada hay más sólido.

Ya amanece. Estoy en tierra, en pie (¡No temas!) Cada vez que voy sin ti no pesco nada, me llevas de tu mano y vuelve el alimento que me hace seguir trabajando por ti, enseñando, escuchando, animando, acompañando. Tú me llamas, yo te sigo.

Marina Utrilla ss.cc.