La UNESCO establece la educación como un derecho fundamental. Sin embargo, en la actualidad hay millones de niños y adultos que siguen siendo privados de las oportunidades educativas, en muchos casos debido a factores sociales, culturales y económicos.
El pasado verano se produjo un nuevo episodio en el conflicto existente en Afganistán, lo que terminó provocando la privación del derecho a la educación a las mujeres. Ante esta situación, Amnistía Internacional entrevistó a varias adolescentes afganas.
Asma, estudiante de 14 años de Kabul, dijo a Amnistía Internacional: “¿Podré ir a la escuela o no? Es lo que más me preocupa. Quiero aprenderlo todo, desde las asignaturas más fáciles hasta las más difíciles. Quiero ser astronauta o ingeniera o arquitecta… Este es mi sueño…”
Khalida, estudiante de 16 años de Kabul, dijo: “¿Qué vamos a hacer sin una educación, si no podemos hacer realidad lo que nos apasiona? Quiero dedicarme a la política… No quiero graduarme y quedarme en casa… Podríamos ser cualquier cosa y no nos dejan”.
Es importante que reflexionemos y recordemos las palabras del Papa Francisco: “La educación es siempre un acto de esperanza que, desde el presente, mira al futuro.”
Terminemos esta oración dando gracias por la posibilidad de tener una educación y acordándonos de tanta gente que no tiene acceso a ella. Pidamos que las personas capaces de cambiar esa situación, tomen medidas y que nosotros valoremos la suerte que tenemos de poder aprender. Que siempre pongamos al servicio de los demás lo que aprendemos.
Recogemos estas peticiones, rezando juntos el Padrenuestro.