ESCUCHAMOS LA PALABRA
Lectura del santo evangelio según san Marcos (7,31-33).
En aquel tiempo, Jesús pasó por Sidón y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y, mirando al cielo, suspiró y le dijo:
-«Effetá», esto es: «Ábrete.»
REFLEXIONEMOS
Dice el refrán que no hay peor sordo que el que no quiere oir.
Hoy parece que no queremos escuchar. Viajamos a todas partes con los auriculares puestos. Estamos conectados permanentemente, pendientes de lo que hacen, dice, opinan gente que no nos aporta nada. Siempre con prisas, sin tiempo para escuchar a los que nos rodean. Llenamos nuestros días con ruido y más ruido. Con distracciones que no nos permiten fijar nuestra atención.
Jesús se encontró con alguien así y le abrió los oídos. Seguro que la vida de esta persona cambió totalmente. ¿Os podéis imaginar la cantidad de cosas que pudo oír a partir de ese momento?
Quizá no sea demasiado tarde para que nosotros también podamos abrir nuestros oídos. Quizá aún podamos escuchar a los que nos rodean y compartir con ellos sus alegrías y sus tristezas.
Quizá alguien nos escuche también a nosotros si todos abrimos nuestros oídos. Pidamos a Dios que hoy también nos diga a todos: “¡ábrete!” para que esto cambie.
¿Nos atreveremos?
Recemos juntos un Padrenuestro.