REFLEXIONAMOS
En el Antiguo Testamento, a veces se habla de cosas muy profundas con la apariencia de un cuento. Esos personajes de la historia somos todos y cada uno de nosotros. Con ello se nos dice que todas las personas somos hermanos y todas las vidas humanas son queridas por Dios.
Nos recuerda también que Dios no es indiferente al sufrimiento de tantas personas en el mundo por causa de la violencia o de la guerra. Como dice en la lectura, “su sangre le está gritando desde el suelo.”
Pero incluso, nos dice algo más. Tan valiosa es la vida humana para Dios que ni siquiera permite que nadie haga daño al que ha cometido ese crimen. También esa vida es importante para Dios.
Cuando miramos al mundo y las situaciones que se dan entre nosotros, nos damos cuenta de qué diferentes son los valores de Dios de los nuestros, cómo nos dejamos llevar por nuestro egoísmo y nuestros enfados en contra de los demás sin considerarlos hermanos nuestros. Pidamos a Dios que nos ayude a cambiar eso y trabajar unidos por la paz y por el respeto a la vida, que seamos todos verdaderamente hermanos unos de otros. Amén.