«UN MUNDO LLENO DE PROMESAS . » (2- OCT)

Mateo ubica esta parábola de los dos hijos junto con otras dos, la parábola de los viñadores homicidas y la de la fiesta de bodas. Las tres tienen como tema el juicio, y como destinatarios los líderes religiosos. Por tanto, de lo que hablamos, lo que entra en juego es la salvación.  Los considerados pecadores o impíos alcanzan la salvación; y los considerados justos quedan excluidos de ella. ¿Dónde reside la diferencia en esta parábola? Precisamente en los hechos; en lo que es verdadero distinguido de promesas vacías que restan todo tipo de credibilidad. 

Estamos ante un mundo (explica fabrice Hadjadj en su libro Tenga usted éxito en su muerte) donde no faltan guías prácticas que prometen éxitos inmediatos: “Los secretos de una perfecta salud”, “métodos para enriquecerse sin esfuerzos”, “trucos y estratagemas para una gran carrera profesional”. Y así podíamos seguir añadiendo de todo: Conseguir fácilmente el permiso de conducir, aprender inglés sin esfuerzo lo escuchamos en la radio continuamente, y en múltiples anuncios adelgazar sin sacrificios ni deporte. 

La tesis de este autor es que no hay fracaso más amargo que cuando la muerte viene a sorprendernos habiendo tenido éxito en el mundo. Nuestro final nos hace abrir los ojos y descubrir que en el fondo habíamos vivido para nuestro “engorde”, procurándonos vivir para nosotros mismos y eso sí, con la habilidad que nos caracteriza para adornarlo religiosamente, y sin que nunca nos falte lo fundamental, el propio reconocimiento o una imagen correcta y muy buena de nosotros mismos. Si uno se para a leer bien la parábola se preguntará sino es mejor en lugar de tener éxito, intentar ser pobre y desgraciado como los publicanos y las prostitutas que llevan la delantera en el camino del Reino de Dios. 

Hay muchas formas de vivir falsamente nuestro seguimiento a Cristo: Pedir perdón sin arrepentimiento, acoger responsabilidades sin compromisos. Y así tantas variantes como personas en el mundo.

También los hay que quisieran volverse atrás en los compromisos pero les puede más la fidelidad y el amor. Quién se alegraría de no oír la llamada, pero la escucha y la sigue. Y así nos debatimos en  nuestra vida entre la propia voluntad y la de Dios; sabiendo que ésta tiene muchos costes en cuanto éxitos personales, esfuerzos, sacrificios, vidas acomodadas e instaladas o vidas entregadas. Y en el fondo, renuncia de sí y de todo aquello que lo alimenta. ¿Qué es lo que realmente queremos? ¿Qué perseguimos? La respuesta auténtica a estas preguntas sólo la podemos dar a Dios; y sólo a veces. Pero conviene que se den en nuestras vidas para saber qué hay detrás de nuestro sí al Señor, tan fácil de palabra y tan difícil hacerlo real. 

Que el Señor nos ayude a que nuestra palabra acompañe nuestras obras. Que nuestro amor a Él nos ayude a responderle con vuestra vida. Que Nuestro sí se traduzcan en acciones; y hagamos ver cómo las promesas de Dios son muy diferentes a las de un mundo lleno de promesas vacías.

Nacho Domínguez Alcántara ss.cc.

Lc (17,5-10):

En aquel tiempo, los apóstoles le dijeron al Señor:
«Auméntanos la fe».
El Señor dijo:
«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:
“Arráncate de raíz y plántate en el mar», y os obedecería.
¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: “Enseguida, ven y ponte a la mesa”?
¿No le diréis más bien: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”?
¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid:
“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».

Palabra del Señor