Semana 29 – 2 de febrero

Lunes 29 de enero

Comenzamos este nuevo y maravilloso día, en el nombre del Padre, del Hijo y del espíritu Santo. 

REZAMOS JUNTOS EL SALMO

Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí:
«Ya no lo protege Dios»

Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo.
Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor.
Levántate, Señor; sálvame, Dios mío.

¿Puedo yo contar con el Señor tal como otros si lo hacen?

Martes 30 de enero

Oración preparada por Víctor, Natalia, Yilin, María, María, Héctor, Juan V.

Buenos días, nos ponemos en presencia del Señor en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén.

REZAMOS CON ESTE TEXTO DEL LIBRO DEL ÉXODO:

Éxodo 33, 14-20. Hacia la libertad.

«Y Dios dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí. ¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra? Y Dios dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre. El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria. Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Yahvé delante de ti; y tendré misericordia y seré clemente.»

Egipto para Israel significó años de esclavitud, trabajos duros y fuertes castigos, hasta que Moisés de la mano del Señor los guía en un Éxodo hacia la libertad.

Este es el contexto en el que encontramos a Moisés en un diálogo con el Señor, el cual les ha dado la promesa de llegar a la tierra prometida, ¿Pero, de qué sirve entrar en un lugar de abundancia y libertad si la presencia de Dios no va contigo?

Te pedimos Señor por todas esas personas atrapadas que no pueden encontrar el camino hacia la libertad.

Terminamos rezando un Padre Nuestro

Miércoles 31 de enero

Oración preparada por Jorge, David, Pablo O, Sebastián, Raul. 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. La oración de hoy habla sobre el perdón, para ello, vamos a rezar con esta parábola de Jesús. Lo podéis hacer a través de la lectura o del vídeo, según el curso en el que estéis. 

ESCUCHAMOS LA PALABRA

«[…] El hijo mayor estaba en el campo; al volver y acercarse a casa oyó la música y los cantos y, llamando a uno de los criados, le preguntó qué pasaba. Este le dijo: Ha llegado tu hermano, y tu padre ha matado el ternero cebado por haberle recobrado sano. Se indignó y no quería entrar, pero su padre salió a convencerlo. El replicó a su padre: Mira cuántos años hace que te sirvo sin desobedecer ninguna orden tuya, y nunca me has dado ni un cabrito para divertirme con mis amigos. Pero en cuanto ha venido este hijo tuyo que devoró tu fortuna con meretrices, has hecho matar para él el ternero cebado. Pero él respondió: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero había que celebrarlo y alegrarse, porque ese hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado.»


Somos responsables de nuestros hermanos en la fe. Estamos llamados a perdonar y alégranos cuando otro recibe el perdón. El perdón nos engrandece y nos humaniza como personas y nos da auténtica alegría.

Jueves 1 de febrero

Nos ponemos en presencia del Señor, En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

ESCUCHAMOS LA PALABRA

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.

Y añadió: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»

Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
Palabra del Señor.

REFLEXIONAMOS

Jesús, después de haber sido rechazado y ridiculizado en Nazaret, continúa predicando en otros lugares. En el evangelio de hoy, envía a los Doce, no desdeñando la ayuda que otros hombres pueden dar a su obra; conoce sus límites, sus debilidades, pero no los desprecia; es más, les da el privilegio de ser sus enviados.

Les envía a la misión con órdenes y recomendaciones muy precisas:

  • Les envía de dos en dos, para que estén más cercanos el uno al otro; dos apóstoles juntos son signo de comunidad, no están solos.
  • Les ordena que no lleven nada para el camino, llamados a ser humildes y poniendo toda su confianza en el Señor.
  • Les indica que se queden en la casa donde sean acogidos hasta el final, mostrando empatía con las personas que visitan, sintiéndose hermanos de ellos y “quedándose en sus casas”, en sus vidas.
  • Y echaban demonios y curaban enfermos combatiendo el mal con obras de bien, y venciendo la enfermedad del odio con auténtico amor.

 

REZAMOS JUNTOS
“Llévame, Señor, donde más necesiten de Ti. Enséñame a ponerme en camino, llevando sólo el bastón de la cruz y las sandalias de tu amor. Pon tus palabras en mi corazón y en mi boca para anunciar tu mensaje de Amor”


A los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Honor y Gloria

Viernes 2 de febrero

Este día que comienza te lo confiamos, Señor. Que lo vivamos en Presencia tuya, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

ESCUCHAMOS LA PALABRA

Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: “Todo varón primogénito será consagrado al Señor”, y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: “un par de tórtolas y dos pichones”.

Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.

Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:

«Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel».

Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción -y a ti misma una espada te traspasará el alma-, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».

Palabra de Dios

REFLEXIONAMOS 

Imitemos a los ancianos Simeón y Ana en nuestras vidas y, como ellos, vivamos de cara a Dios. Dejémonos impulsar por el Espíritu Santo en las cosas cotidianas de nuestra vida para poder encontrarle y, cuando le descubramos en lo sencillo y grande, bendigámosle a Él y a los demás. No nos apartemos de Jesús. Junto a Él podemos -siempre- levantarnos de nuestras caídas.

ORACIÓN JUNTOS

Hoy, Señor, te damos gracias por la Vida Consagrada.
Te pedimos que ilumines con tu Espíritu a quienes la eligen como su forma de vida y que vayas siempre a su encuentro igual que te dejaste ver por Simeón y por Ana.
Que tu Palabra hoy evoque en ellos el recuerdo agradecido de que, como hiciste con Simeón, Tú siempre cumples tus promesas.