Semana 26 – 1 de marzo

Lunes 26 de febrero

Comenzamos un día más poniéndonos en la presencia de Dios, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén. Esta mañana queremos seguir en este camino de Cuaresma convirtiéndonos y pegando la vuelta hacia nuestra mejor versión. Hoy rezamos con el salmo de hoy que nos recuerda cómo Dios siempre nos acompaña cada día discretamente.

ESCUCHAMOS LA PALABRA

Salmo 137
Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor
Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles te alabaré.

Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera tu fama.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
diste el valor en mi alma.

Tu derecha me salva.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.

Para terminar escuchamos y rezamos con esta canción que nos invita movernos hacia Dios para seguir dando la vuelta en este Cuaresma al modo de hacer de Jesús.

Martes 27 de febrero

Una mañana más nos ponemos en la presencia del Señor. Seguimos en este camino de Cuaresma, invitándonos a transformar, cambiar, convertir, “pegar la vuelta”, a aquellas cosas, situaciones, dinámicas… que nos separan de nosotros mismos, de los demás, y al final de ti. Hoy escuchamos lo que nos tienes que decir con tu Palabra, en la que nos hablas de nuestros modos de relacionarnos.

ESCUCHAMOS LA PALABRA

Del Evangelio Mateo 23, 1-12

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.”

REFLEXIÓN

Jesús, con tus palabras y tu vida no paras de decirnos que todos somos hermanos, hijos del mismo Padre. Tú restableciste las relaciones horizontales, donde nadie se sienta por debajo de los demás, ni tampoco por encima. Todos tenemos igual dignidad, aunque a veces nos creamos superiores o minusvaloremos a los demás. Ayúdanos a ser hermano/a de quien pongas a nuestro lado.
(SED. Maristas. 2017)


Rezamos un Ave María, pidiéndole a ella que nos enseñe a relacionarnos con todos en esta manera de horizontalidad, igualdad, respeto…

Miércoles 28 de febrero

Comenzamos nuestra oración en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Seguimos en este tiempo de Cuaresma, ¿vas encontrando maneras en las que ir pegando la vuelta de aquellas cosas que te separan de Dios? La Cuaresma propone el ayuno, la oración y la limosna como caminos para el encuentro con Dios, con uno mismo y con los otros.

ESCUCHAMOS LA PALABRA

Escuchamos esta pequeña cita del Evangelio de Mateo:

«Jesús dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa «Misericordia quiero y no sacrificio«: que no he venido a llamar a justos sino a pecadores»

Palabra de Dios

REFLEXIÓN
En este camino, hoy nos recuerda Jesús lo más importante esforzarse y sacrificarse en el amor, en la misericordia, más que en otras cosas.
Y que eso lo podemos hacer todos, aunque no seamos perfectos, aunque Dios siempre nos sueñe mejores. Hoy terminamos escuchando la oración que Dios tiene que decirnos.

ORACIÓN FINAL

Hijo mío, que estás en la tierra, haz que tu vida sea el mejor reflejo de mi nombre.
Adéntrate en mi reino en cada paso que des, en cada decisión que tomes, en cada caricia y cada gesto. Constrúyelo tú por mí, y conmigo. Esa es mi voluntad en la tierra y en el cielo.
Toma el pan cada día, consciente de que es un privilegio y un milagro.
Perdono tus errores, tus caídas, tus abandonos, pero haz tú lo mismo con la fragilidad de tus hermanos.
Lucha para seguir el camino correcto en la vida, que yo estaré a tu lado.
Y no tengas miedo, que el mal no ha de tener en tu vida la última palabra. Amén (José Mª Olaizola sj)

 

Jueves 29 de febrero

Comenzamos nuestra oración en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

ESCUCHAMOS LA PALABRA

Del Evangelio de Lucas 16, 19-31

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: “Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: “Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas.” Pero Abrahán le contestó: “Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y, además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros.” El rico insistió: “Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento.” Abrahán le dice: “Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen.” El rico contestó: “No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán.” Abrahán le dijo: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto.”

REFLEXIÓN

Esta narración evangélica, parece que sigue sirviendo perfectamente en nuestro aquí y ahora. Seguimos contemplando un mundo dividido en el mal reparto de los bienes de la tierra. El plan de Dios es que la tierra sea la casa común y que vivamos felices en su proyecto de vivir como hermanos e hijos e hijas del mismo Padre. La realidad es que vemos por todas las partes: desigualdades, opresiones, inhumanidad, injusticia que hacen que vivamos divididos, olvidados, indiferentes, malviviendo, acumulando… a fin de cuentas infelices. La parábola no pretende atemorizarnos, sino que seamos conscientes del sentido que damos a nuestra vida, pues el único deseo de Dios es que vivamos felices como hermanos. De cada uno depende que tratemos de hacerlo un poco más realidad. Una puerta que nos separa ahora y que puede convertirse en un abismo cada vez mayor. Nuestra decisión de abrirla o cerrarla condiciona nuestra vida y la de otros por toda la eternidad. Del rico no se dice que fuera inmoral: simplemente no hizo el más mínimo caso del pobre. No conocemos su nombre, solo su mote.

(SED. Maristas. 2017)

¿Y tú llamas a la gente por su nombre? ¿Cómo te sientes cuando la gente se dirige a ti llamándote por tu nombre o cuándo no lo hacen? Las diferencias entre nosotros empiezan en las cosas más pequeñas, y el plan de Dios también empieza por las cosas más sencillas, puedes buscar algún reto o compromiso para el día de hoy… ¿en qué vas a colaborar para el plan de Dios?

Terminamos rezando un Padrenuestro

Viernes 1 de marzo

Buenos días, comenzamos nuestra oración poniéndonos juntos en la presencia del Señor.