¿Te imaginas esta escena en el Evangelio?…
«Jesús les dijo: Veníos conmigo y os haré pescadores de hombres. De inmediato pulsaron ‘¡me gusta!’… y siguieron pescando».
¡Menudo chasco! ¿Cómo hubiera continuado entonces la historia de los primeros seguidores de Jesús?
Está claro. En el seguimiento a Jesús no basta un ‘me gusta’. A Jesús no le basta engrosar su lista de seguidores con un amigo más. Jesús nos anima a dar respuestas que empiezan por ahí, para ir más allá: ‘me inquieta’, ‘me comprometo’, ‘quiero’.
Esas respuestas pasan por el deseo profundo de parecernos a él, de imitarle en sus modos, en cómo se relaciona, cómo mira la realidad y la afronta, qué dice, cómo ama, cómo entiende la justicia, cómo apuesta por cada persona, en especial por los más pobres… Es maestro que enseña y modelo al que imitar. Pero esto no siempre es sencillo. El seguimiento a Jesús no es algo evidente, que nos surja de manera natural, a veces porque no lo entendemos, porque no se lleva, a veces porque no hemos aprendido a hacerlo…
Responder a Jesús pasa por formarnos, entre otras cosas, en el entendimiento y en la caridad.